Kamala Harris: apuestas por lo femenino, lo étnico y lo diverso
30 de diciembre de 2020
La llegada histórica de una persona como Kamala Harris a la vicepresidencia de Estados Unidos, es motivo de celebración, además de una respuesta al grito desesperado de las nuevas generaciones de estadounidenses, que con tristeza veían cómo su país entró en un retroceso, hacia antivalores como la xenofobia, el racismo, la misoginia y el supremacismo, que no habían sido superados en el ámbito de lo público. Este retroceso fue una reacción posterior a la crisis financiera de 2008, que contrario a responsabilizar a la cultura empresarial blanca, masculina y machista, vertió una propaganda de desprestigio contra los más desfavorecidos: las mujeres, los inmigrantes, los no blancos.
El gobierno Trump-Pence fue un intento de tapar el sol con las manos, de negar la historia inmigrante que construyó el país, un regreso a la disparidad de género y la cosificación de la mujer. Al tiempo que abrió las puertas de la libertad a quienes defienden el porte de armas, el neonazismo, el aborto como un pecado y la diversidad sexual como una perversión.
La elección de Kamala Harris es histórica por cuanto es la primera mujer vicepresidenta del país, la primera asiática-estadounidense, negra e hija de inmigrantes. El camino no ha sido fácil para las mujeres en ningún lugar del mundo, ni siquiera en Estados Unidos, pero los progresistas consideran que la entrada de las mujeres al poder es la respuesta a un mundo que reclama igualdad y justicia social. Su frase: “Señor vicepresidente, estoy hablando”, pronunciada por Harris a Mike Pence durante el debate por la vicepresidencia, marcó tendencia en redes sociales, reflejando la condición de lucha que las mujeres aún deben cargar.
Su frase: “Señor vicepresidente, estoy hablando”, pronunciada por Harris a Mike Pence durante el debate por la vicepresidencia, marcó tendencia en redes sociales, reflejando la condición de lucha que las mujeres aún deben cargar.
Con el ahora expresidente Barack Obama, en 2008 vimos una realidad que contradice los impulsos comportamentales de la herencia histórica y excluyente: supremacismo blanco, racismo, xenofobia, y otra serie de prejuicios que aún sobreviven en el llamado “país de las oportunidades”. Pero Obama y Harris son la comprobación del “sueño americano”, con obstáculos, pero posible. Hubo logros en ese entonces, que destacaron el periodo como el ingreso a la verdadera igualdad racial, étnica y cultural, y que se fueron por la borda con la administración Trump-Pence.
Lo que es innegable, es que en la Casa Blanca no se puede improvisar, se requiere preparación y experiencia. Lo que viene sucediendo es más que improvisación, son ciertamente arrebatos reactivos del gobierno Trump; en especial, porque algunos elementos de su sociedad civil fueron igualmente reactivos antes que proactivos, en un negacionismo de su propio contexto de diversidad. Los errores cometidos en esa administración tomarán tiempo para ser resarcidos. Es el reto del gobierno Biden-Harris, rescatar los logros de la administración Obama frente a las minorías, para que vuelvan a sentirse parte de la sociedad en igualdad de derechos.
Kamala Harris es una mujer, de orientación demócrata, hija de padre jamaiquino y madre india, abogada y fiscal, no teme cuestionar incluso a sus colegas de partido, porque tiene firmes convicciones que la impulsan a trabajar por el bien común por encima del mantenimiento de relaciones de complicidad con sus colegas, en especial, durante su ejercicio como fiscal en el estado de California (además, primera mujer y negra en tal cargo). No es una combinación fácil. Pero esta trayectoria, que incluye haber competido previamente con Biden en la selección para las primarias demócratas, hizo entender que la fórmula Biden-Harris era lo que el país necesitaba, y el mundo. Kamala Harris está a favor de las instituciones de su nación, pero consciente de que tanto la policía como el sistema sanitario necesitan reformas. Deberá tener cuidado con no dejarse llevar por extremos, hacia la izquierda, que asomó durante sus aspiraciones presidenciales, pero su nuevo cargo, la obligará a irse más hacia el centro.
Los retos de la era Biden-Harris
Los retos no serán fáciles, Estados Unidos debe volver a ser progresista, luego de las múltiples torpezas cometidas por la administración Trump y difícilmente justificadas de cara a la oposición por parte del vicepresidente Mike Pence. Es ahí, la forma agresiva y hasta desagradable para Trump sobre Harris, donde se necesita una vicepresidenta que pueda lidiar con la oposición, un Partido Republicano que se siente en decadencia luego de apostar por Trump. Pero los demócratas necesitan eso, una apuesta segura, con experiencia, para poder manejar al Partido Republicano y convencerlo de seguir por una línea progresista.
Joe Biden deberá volver a recuperar la confianza del mundo en Estados Unidos, la misión de Harris es recuperar la confianza de sus 332 millones de ciudadanos, de hacerlos sentir incluidos dentro del sistema, aceptados, libres, pero también con responsabilidad frente a sus deberes. Y recuperar también, la confianza de la ahora débil oposición de un dividido Partido Republicano. Esta apuesta es más segura, y no porque sea de parte de una mujer con un arraigo cultural ancestral y diverso, sino porque ahora Estados Unidos tiene una vicepresidente con la suficiente preparación académica y laboral para el reto que significa ser una ciudadana del mundo libre, nacida en contexto de segregación al tiempo que de multiculturalidad.
En particular, Harris deberá poner atención a dos cosas: el sistema policial, y el sistema sanitario. Primero, qué hacer con una policía que dentro de su gestión está atacar casi que por instinto sino por doctrina, a negros e inmigrantes como primera base de sospechosos, y si vale la pena retirar recursos a esta institución para destinarlos en mayor inversión social; es un dilema, pues la inversión en los ciudadanos es importante pero no se puede dejar de asignar presupuesto a la seguridad pública, ser policía también es un empleo y de alto riesgo.
Segundo, regresar al Obamacare o a un sistema sostenible e incluyente de salud, o reformar las obligaciones de los sistemas privados de aseguramiento antes que eliminarlos, en medio del mayor número de contagios por COVID-19 en el mundo (casi 19 millones). La seguridad y la salud locales son temas que han sido el talón de Aquiles de Harris durante los debates como fórmula vicepresidencial, y cuando ha ejercido como senadora y fiscal. Sus detractores estarán listos para criticarla y demeritar su posición.
India: coincidencias y contradicciones
Kamala Harris está orgullosa de sus orígenes inmigrantes, tanto como ser ciudadana estadounidense, pero muy especialmente de su madre, Shyamala Gopalan, una científica proveniente del estado de Tamil Nadu, en el sur de India, donde existe también ese reflejo de diversidad e intolerancia. Quizás por coincidencia, la situación de India es similar a la de Estados Unidos, regida por un gobierno de derecha que ha regresado a los mismos antivalores, y sus minorías, en especial las mujeres, que claman por igualdad y justicia social frente al supremacismo hindú.
Las relaciones internacionales entre ambos países no son competencia de la vicepresidencia, pero sí serán influyentes. Que una mujer de origen indio haya alcanzado las altas esferas del poder en Estados Unidos, llena de orgullo a las mujeres indias, pero no es del mucho agrado del actual partido de gobierno, que no ve con buenos ojos la tendencia hacia la izquierda de Harris, y Tamil Nadu es además un estado opositor. Los demócratas no coinciden con algunas de las políticas internas de India respecto a la exclusión de las minorías musulmanas, la pérdida de autonomía y libertades del estado de Jammu y Kashmir, sumados a compromisos algo ligeros de protección al medio ambiente. Le será difícil para este país, mantener unas relaciones amigables con Estados Unidos en medio de sus contradicciones, pues es un país que se dice a sí mismo democrático cuando en la práctica es de tendencia fascista.
Que una mujer de origen indio haya alcanzado las altas esferas del poder en Estados Unidos, llena de orgullo a las mujeres indias, pero no es del mucho agrado del actual partido de gobierno, que no ve con buenos ojos la tendencia hacia la izquierda de Harris, y Tamil Nadu es además un estado opositor.
Conclusión
Por el momento, sigamos gozando, porque para bien, la elección de Kamala Harris es un triunfo para las mujeres, y las niñas de todo el mundo que reciben el mensaje de que sus sueños son posibles; para la diversidad étnica y cultural, pues el poder también está al alcance de las minorías si se lo proponen con esfuerzo individual. Y finalmente, un mensaje para todo el mundo, un recordatorio de Estados Unidos como tierra de libertad y oportunidades. Si ya no es la economía más fuerte y poderosa, es ahora irrelevante, pero aún tiene muchas lecciones de democracia y tolerancia que darle a un planeta con estados nacionales donde la desconfianza, el autoritarismo, la exclusión de las mujeres y las represiones a los derechos humanos aún abundan. Solo queda desearle la mejor de las suertes.