El Caso Huawei y el futuro del mercado mundial de telecomunicaciones

29 de abril de 2019

Fabricio Fonseca

Desde la segunda mitad de 2018, la empresa de tecnología china Huawei ha estado envuelta en diversos escándalos. Muchos de ellos están relacionados con acusaciones sobre riesgos a la seguridad de los usuarios y el potencial acceso a información sensible de gobiernos extranjeros. Dichos riesgos están derivados de los supuestos vínculos entre la compañía y el gobierno central de China. La situación está aún lejos de resolverse, pero es importante estar al pendiente de su desarrollo debido a que, como han sugerido varios expertos, es posible que el problema resulte en un tipo de guerra fría tecnológica.

Es decir, un mundo con dos grandes sistemas informáticos incompatibles, principalmente en materia de 5G y el llamado internet de las cosas. Ello puede dificultar o imposibilitar la conectividad y el intercambio de datos entre distintas partes del mundo. El desenlace de este embrollo es también un indicativo de hasta qué punto los gobiernos de los países desarrolladores de alta tecnología son capaces de llegar para contener las aspiraciones de otros países emergentes. Al tachar de injustas y desleales las prácticas de los Estados que buscan desarrollar industrias tecnológicas locales, el caso de Huawei puede sentar un importante precedente para el resto del mundo. De no resolverse, se puede también llegar a una escalada en las prácticas neomercantilistas por parte de las grandes potencias que conforman el sistema internacional.

El crecimiento de Huawei y las políticas del gobierno chino

Después del desarrollo de corporativos industriales exitosos en países como Japón y Corea del Sur en décadas anteriores, el gobierno chino llevó a cabo importantes reformas desde los ochenta con el fin de fomentar fuentes locales de tecnología. Aprovechando el inmenso tamaño de su población, traducido en un potencial mercado de cientos de millones de consumidores y una abundante mano de obra barata, el Estado chino desarrolló políticas para atraer grandes sumas de inversión extranjera directa.

Para lograr sus objetivos, el gobierno buscó garantizar un alto grado de transferencia de tecnología por parte de los inversionistas extranjeros hacia empresas locales. Beijing también desarrolló una batería de políticas para blindar a esas firmas domésticas de la fuerte competencia representada por las corporaciones multinacionales dentro del mercado chino. El impulso a empresas conocidas como campeones nacionales (national champions) ha sido una constante en las políticas desarrollistas de los países del Este asiático desde hace más de medio siglo. Ese tipo de políticas, en parte, ayuda también a explicar el éxito de empresas como Huawei.

Huawei fue fundada en 1987, en la zona económica especial de Shenzhen, por el antiguo ingeniero militar, Ren Zhengfei. Originalmente, la empresa estuvo enfocada en producir y distribuir partes de telefónos para el mercado local. Menos de diez años después, en 1996, la firma fue identificada por el gobierno chino como un potencial campeón nacional. De esa forma, Huawei fue sujeto de políticas favorables que en la práctica lo protegían de la competencia ejercida por compañías del exterior. La estructura de la empresa también fue un factor determinante para su impresionante crecimiento.

Huawei no ha emitido acciones en los mercados de capital. Por dicha razón, Ren y su familia, en conjunto con los empleados de la compañía, se mantienen como los principales propietarios. La falta de presión para generar ganancias en el corto plazo con el fin de mantener satisfechos a los accionistas, como ocurre con las grandes corporaciones, ha servido a la empresa china para mantener un alto margen de inversión en investigación y desarrollo, que oscila entre un 10 o 20% anual de las ganancias (Vaswani, 2019). Esa combinación de factores ha contribuido para posicionar a Huawei como una de las empresas de tecnología más importantes de la última década.

La experiencia en el mercado chino ayudó a Huawei a competir de forma eficiente en la atracción de clientes internacionales. La compañía china ha sido capaz de ofrecer una calidad similar a la de los equipos de telecomunicación de las marcas más caras, pero a precios mucho menores. Al igual que otras marcas de origen chino, Huawei fue ganando terreno en los mercados emergentes que generan poco interés y margen de ganancia entre las compañías provenientes de países desarrollados. En años pasados, Huawei ganó importantes contratos para colaborar en el desarrollo de las redes 5G en diferentes partes del mundo. De igual manera, la compañía china invirtió y cooperó con autoridades de otros países para el establecimiento de centros de investigación y desarrollo, como en los casos de Ecuador y México en Latinoamérica. Sin embargo, la empresa miraba al mercado estadounidense como la gran prueba para su consolidación como un gigante a nivel mundial en materia de equipos de telecomunicación.

En años pasados, Huawei ganó importantes contratos para colaborar en el desarrollo de las redes 5G en diferentes partes del mundo. De igual manera, la compañía china invirtió y cooperó con autoridades de otros países para el establecimiento de centros de investigación y desarrollo, como en los casos de Ecuador y México en Latinoamérica.

La presión internacional y las lecciones de ZTE

Dichos sueños de expansión fueron interrumpidos en 2018. Las acusaciones hechas por parte del gobierno estadounidense han significado un freno a los planes de consolidación de Huawei en el mercado norteamerican. Entre las acusaciones más importantes destacan las supuestas violaciones por parte de Huawei a las sanciones impuestas sobre Irán, así como anteriores señalamientos de robo de propiedad intelectual en contra del socio estadounidense de la empresa china, Vodafone. A la par, han surgido reportes sobre la presión de Washington a otros gobiernos para impedir el otorgamiento de contratos relacionados con equipos de provisión de servicios 5G y del internet de las cosas a Huawei. No obstante, las acciones estadounidenses han presentado resultados mixtos (Groll, 2019).

La presión sobre Huawei coincidió con su consolidación como el segundo mayor proveedor de smartphones a nivel global, en el primer trimestre de 2018. Con ello, la empresa china desplazó a la estadounidense Apple y fue superada solamente por la coreana Samsung. El auge de Huawei es seguido de cerca por otras compañías chinas productoras de teléfonos, como Xiaomi y Oppo. Igualmente, Huawei se consolidó como el mayor proveedor mundial de equipos de redes y software de telecomunicación, seguido muy de lejos por empresas tradicionales en el ramo, como las europeas Nokia y Ericsson, y la estadounidense Cisco (Vaswani, 2019). De ahí que las acusaciones e investigaciones sean respondidas por el gobierno chino como una forma de frenar el crecimiento de empresas chinas de la industria 4.0 en el exterior.

De la misma forma, la respuesta de Huawei ha sido mucho más activa de lo que se esperaba. Por medio de campañas en medios internacionales que buscan limpiar su imagen, Huawei pretende demostrar que no representa un riesgo a la seguridad de terceros. La compañía presentó también una demanda en los tribunales estadounidenses contra la decisión del gobierno federal de prohibir su participación en el mercado de ese país (Chen, 2019). El caso de Huawei difiere del anterior pleito legal entre Apple y Samsung, en el que la primera logró una millonaria multa sobre la segunda, alegando robo de propiedad intelectual. Dicho caso, aunque resuelto por las cortes de Estados Unidos, representa una batalla entre dos empresas privadas. Al involucrar las acusaciones de violación a sanciones impuestas por Washington, el de Huawei es un caso entre el gobierno estadounidense y una empresa privada extranjera.

Por otro lado, a diferencia de lo ocurrido también en 2017 con ZTE –la otra compañía china con una gran influencia sobre el mercado mundial de las telecomunicaciones—, Huawei ha mostrado una mayor resistencia y disposición a defenderse de los señalamientos hechos por otros países. Al dedicar una gran parte de sus ganancias a la innovación y el desarrollo de tecnologías propias, Huawei logró esquivar la suerte de ZTE (Lim, 2019). Esta última, debido a su necesidad de importar semiconductores y otras tecnologías del exterior, estuvo a punto de desaparecer cuando el gobierno estadounidense impuso saciones sobre ella. ZTE fue rescatada luego de un arreglo personal entre Donald Trump y Xi Jinping en mayo de 2018. Sin embargo, le tomará mucho tiempo recuperarse y retornar a niveles de producción y ganancia similares a los de antes de los castigos impuestos por Washington.

Los problemas de Huawei están lejos de resolverse, no obstante, su respuesta a los mismos y la evidente defensa de la empresa por parte del gobierno chino, ha evitado que corra la misma suerte que ZTE. De hecho, Huawei sigue reportando un aumento sostenido de sus ganancias, relacionado en parte con un creciente cambio en las preferencias de los consumidores chinos. Estos últimos han dejado de comprar iPhones para adquirir equipos de Huawei u otras marcas locales. Sin embargo, el mayor problema de la compañía seguirá radicando en el marco legal que la regula. Al tener su sede principal en Shenzhen, la empresa está sujeta a las leyes chinas.

Huawei Fuente: Wikicommons

Por lo tanto, en cuestiones tecnológicas la empresa está obligada a compartir datos con el gobierno bajo ciertas circunstancias, principamente vinculadas con temas de seguridad nacional. Ello es una de las principales raíces de las preocupaciones en diferentes partes del mundo. Diferentes gobiernos han sostenido que temen que en caso de un conflicto internacional, información sensible de indidivuos y autoridades caiga en manos de Beijing. Otra preocupación está relacionada con que los equipos comprados a Huawei puedan contener puertas traseras (backdoors) y servir como vehículos para ataques cibernéticos, como lo que supuestamente ocurrió en la sede de la Unión Africana en años anteriores (Tilouine & Kadiri, 2018).

La necesidad de un regimen internacional

A pesar de que el fundador de Huawei ha tratado de calmar los ánimos respecto a este tema, y ha negado riesgos en sus prácticas de manejo de datos o sus supuestos vínculos con el gobierno chino, la existencia de esas leyes seguirá causando molestias. Ello puede dar motivos a las comunidades de inteligencia en países que identifican a China como un competidor estratégico para pedir cautela en el uso de los equipos de Huawei. La vinculación de temas económicos y de seguridad trae a la mente postulados del neomercantilismo. Dicha teoría sostiene que los Estados adoptan una serie de medidas para proteger sus industrias estratégicas locales. Al utilizar justificaciones relacionadas con la seguridad nacional, los gobiernos recurren a políticas que afectan el funcionamiento de los mercados e imposibilitan la competencia que puede ser de gran beneficio para los consumidores. En este caso, el potencial aislamiento de Huawei del desarrollo de redes 5G en una parte del mundo puede tener consecuencias negativas para la conectividad entre países.

Ante las consideraciones expuestas anteriormente, será difícil que las partes involucradas decidan en el corto plazo alejarse de las posiciones que han tomado. Sin embargo, es necesario ir más allá de los litigios en marcha y comenzar a plantear la necesidad de un regimen internacional para regular el desarrollo de tecnologías de la industria 4.0 y las implicaciones para la seguridad de los países y usuarios. La administración de Barack Obama, durante sus últimos años, buscó poner este tema, así como el del espionaje industrial, en la agenda bilateral con el gobierno chino. No obstante, con Trump las cosas tomaron un curso distinto Washington ha adoptado una postura más agresiva hacia su contraparte china con el fin de lograr concesiones en materia comercial y de seguridad regional. En un sistema internacional capitalista, caracterizado por lo que se conoce como “destrucción creativa”, es necesario un regimen internacional que ayude a crear un marco de acción en la industria 4.0. Todo ello pensando en dar garantías a gobiernos e individuos en cuestiones relacionadas con la seguridad y protección de datos, así como mantener la libre competencia entre empresas de distintos países. Esas acciones pueden ser un primer paso para evitar un mundo polarizado y más peligroso, así como, entre otras cosas, abrir una nueva etapa de cooperación sinoestadounidense.

Referencias

Chen, Q. (18 de marzo de 2019). Huawei’s response to US’ geopolitical game: move on and do better. Global Times. Recuperado de http://www.globaltimes.cn/content/1142528.shtml

Groll, E. (11 de abril de 2019). Washington Tries a Softer Approach in Anti-Huawei Campaign. Foreign Policy. Recuperado de http://tiny.cc/e3uw5y

Lim, T. (2019). The Political Impact of Industry 4.0 Tech Giants: Cybersecurity/Privacy, Geopolitics and ‘Fake News’. Ponencia presentada en un panel de International Conference on Challenges and Vision in the Changing World, 25 de marzo (Nuevo Taipei: Universidad de Tamkang).

Tilouine, J. & Kadiri, G. (26 de enero de 2018). A Addis-Abeba, le siège de l’Union africaine espionné par Pékin. Le Monde. Recuperado de http://tiny.cc/71uw5y

Vaswani, K. (6 de marzo de 2019). Huawei: The story of a controversial company. BBC News. Recuperado de http://tiny.cc/z0uw5y

 

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