La inevitable renovación política de Rusia: Cambios constitucionales y el autoritarismo de Putin

Paula Prieto Ararat

A mediados de enero del presente año Vladimir Putin, anuncia cambios constitucionales tras 20 años en el poder, entre los cuales se incluye: limitar el periodo presidencial a máximo dos términos y garantizar a la cámara baja del parlamento la autoridad de escoger al primer ministro, su gabinete ministerial y sus diputados y así mismo restringir al presidente de rechazar dichas nominaciones, entre otros.

Por una parte, esto ha sido analizado como un truco para hacer un cambio constitucional vía referendo que finalmente le permita perpetuarse en el poder, mientras que por otro ha sido percibido como una exageración de la oposición ya que aún no es clara la manera en que pueda perpetuarse una vez termine su mandato en el 2024.

Lo anterior, ha hecho pensar si en Rusia se va a perpetuar la denominada “Tandemocracia” o democracia de alternación de dos poderes como sucedió de 2008 a 2012 con Medvedev y la alternación de los cargos entre Primer Ministro y Presidente entre ambos. Se espera que Putin acuda nuevamente a esta fórmula una vez se acerque la finalización de su último periodo. Sin embargo, para Stanovaya (2020a), este curso de acción es poco probable debido al rol que las élites ejercen en la política rusa, y el impacto que tuvo sobre ellas la presidencia de Medvedev.

Vladimir Putin y continuidad en el poder

El ascenso y la permanencia de Putin en el poder han estado apoyados e intervenidos por las élites. Una parte proviene de la presidencia de Yeltsin, cuyo círculo más cercano estuvo compuesto por Valentin Yumashev (Empresario y asesor de Boris Yeltsin), Boris Berezovsky (Empresario, dueño de medios de comunicación y Vicesecretario del Consejo de Seguridad durante el mandato de Yeltsin) y Roman Abramovich (Empresario, socio de Berezovsky en la compañía petrolera Sibneft), entre otros.

La otra parte, corresponde a aquella élite que Putin ha venido  construyendo a través de sus años en el poder con tecnócratas y hacedores de política pública como el jefe de gabinete administrativo,  Sergei Kiriyenko, el ministro de defensa Sergei Shoigu y el ministro de asuntos exteriores Sergey Lavrov e Igor Sechin, (Actual presidente de la petrolera Rosneft), quien además de ser uno de los consejeros de gobierno más cercanos al líder ruso, es líder de la fracción “Siloviki”[1] del Kremlin (Petrov, 2005).

Sin embargo, cuando Medvedev ejerció su mandato, al contrario de la percepción común, donde se asumía que Putin gobernaba a través de él, sí se evidenció autonomía por parte de este nuevo gobernante, lo cual causó una ruptura en la élites, con efectos en el gobierno actual. En 2005 se identificaron 55 personas del círculo cercano de Medvedev, la mayoría de San Petersburgo, quienes se mudaron a Moscú a ocupar cargos administrativos demostrando cómo años antes de ocupar la presidencia, este político llegó con su propio grupo de interés (Viktorov, 2014).

Una vez presidente, Medvedev impondría miembros jóvenes en el Kremlin, sin solucionar qué hacer con los burócratas antiguos, lo cual sacó a la luz la desestabilización política que pueden formar las elites a lo largo del tiempo. En un régimen democrático donde hay un sistema de “checks and balances” o cuando un político pierde en elecciones hay una rotación de élites natural, pero en el caso de un régimen autocrático, resultados de votaciones cuestionables, y una percepción no muy clara de si efectivamente hay una entrega de poder al sucesor, el campo político se convierte en una pugna constante entre ex élites y nuevas élites (Viktorov, 2014).

Putin y Medvedev, Noviembre 25, 2011
Fuente: Wikicommons

En su primer término, Putin logró establecer su propia élite y rezagar al grupo de oposición comunista, sin embargo la renovación política que trajo Medvedev y tras las revueltas sociales en 2012, se logró una división entre un grupo que opta por ideas liberales y un sector conservador al cual Putin tuvo que aferrarse en su regreso como presidente ese año para ganar popularidad y mantenerse en el poder. Por lo tanto, pensar en Medvedev como sucesor y aplicar el modelo de la tandemocracia como un posible curso de acción, es una opción poco probable que no contaría con el apoyo ni de las élites actuales, así como tampoco de la sociedad civil.

La asociación de conservadores radicales o los denominados protectores del régimen conformado por grupos conservadores anti occidentales, encargados de conseguir un régimen más represivo y conservador  que cuenta con sujetos como Sergei Naryshkin, antiguo jefe del gabinete administrativo de Medvedev y actual director del servicio de inteligencia extranjera y Vyacheslav Volodin presidente de la Duma estatal, son considerados la élite política en ascenso ya que han logrado forjar alianzas con la facción Siloviki y el actual discurso político nacional refleja su punto de vista (Stanovaya, 2020b).

En su primer término, Putin logró establecer su propia élite y rezagar al grupo de oposición comunista, sin embargo la renovación política que trajo Medvedev y tras las revueltas sociales en 2012

En un sistema excesivamente centralizado que se limita a luchar por mantenerse y no por funcionar bajo una estrategia, la renovación política se hace inminente. Desde una visión extrema, Petrov (2016), ve un colapso del régimen de Putin independiente del curso de acción. En caso de no tomar algún tipo de acción, se pronostica un colapso del régimen redistribuyendo el poder entre las élites regionales y corporaciones federales. Según esta posición, lo único que mantendría la popularidad a nivel doméstico sería seguir obteniendo victorias militares, lo cual implica un alto costo, por lo que solo quedarían dos alternativas para comprar tiempo: mejorar el aspecto financiero y hacer las pases con occidente o ganar legitimidad reemplazando el presidente.

Katz (2020), identifica cuatro posibles cursos de acción: el primero, es que, una vez aprobados dichos cambios constitucionales, Putin haga una especie de reset en su mandato y ejerza los dos términos presidenciales permitidos manteniéndose hasta 2036. Otra opción, sería convertirse en el líder del Consejo de Estado propuesto por él, teniendo poder de veto ante cualquier decisión presidencial. Por último, está la posibilidad de que sin algún cargo político oficial tenga acceso al poder gracias a la lealtad de las élites que deja instauradas una vez se retire.

Esta última opción sería la menos probable, teniendo en cuenta las constantes tensiones entre élites, por lo cual no tendría sentido seguir obedeciendo a quien está fuera del juego, pudiendo mutar a la asociación con otros grupos y obtener una tajada de la nueva repartición de poder.

A modo de conclusión

En general, no debe tomarse como sorpresa que se quiera hacer una reforma para una renovación política, puesto que una vez una nación se consolida económicamente da paso a establecer mecanismos más democráticos. Sin embargo, entre los diferentes análisis, la alternativa de que este referendo constitucional sea aprobado y que efectivamente Putin aplique la estrategia de un nuevo comienzo y haga uso de los dos términos presidenciales se percibe como la más probable, ya que hasta el momento no se ha tenido información concreta sobre un posible sucesor.

El problema surge, cuando todo parece indicar, al menos hasta ahora, que efectivamente el líder busca seguir manteniendo el control, desestabilizando el sistema político. Incluso, siendo otro sujeto quien asuma el poder, tendría que lidiar con los diferentes grupos de élites como por ejemplo, lo tuvo que hacer Yeltsin en la década del noventa, dando como resultado la disolución del parlamento vía militar en el año 1993. Esta perspectiva es más clara si se visualiza la importancia que ha venido obteniendo la élite conservadora protectora del régimen, y el grupo Siloviki, grupos que ideológicamente distan de hacer las paces con occidente o tener como primera opción apoyar la candidatura de un sucesor  de carácter civil.

Referencias

Katz, M. (2020). “Whatever His Title, He Plans to Remain in Charge: Is it a Solo ‘Tandemocracy’ Now?”. Al Jazeera Centre for Studies. Disponible en: https://studies.aljazeera.net/sites/default/files/articles/documents/2020-02/Whatever%20His%20Title%2C%20He%20Plans%20to%20Remain%20in%20Charge%20Is%20it%20a%20Solo%20Tandemocracy%20Now.pdf

Petrov, N. (2005). “Siloviki in Russian Regions: New Dogs, Old Tricks”. The Journal of Power Institutions in Post-Soviet Societies [Online], Issue 2 | 2005. Disponible en: https://journals.openedition.org/pipss/331

Petrov, N. (2016). “PUTIN’S DOWNFALL: THE COMING CRISIS OF THE RUSSIAN REGIME”. Disponible en: European Council on Foreign Relations, 2016, www.jstor.org/stable/resrep21575.

Stanovaya, T. (2020a). “Russia Prepares for New Tandemocracy”. Carnegie Moscow Center. Disponible en: https://carnegie.ru/commentary/80838

Stanovaya, T. (2020b). “Unconsolidated: the five Russian Elites Shaping Putin’s transition. Carnegie Moscow Center. Disponible en: https://carnegie.ru/commentary/81037

Viktorov, I. (2014). (Interview article) “The Legacy of Tandemocracy: Russia’s political elite during Putin’s third presidency: Interview with the sociologist Olga Kryshtanovskaya”. 7. 14-21. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/273060572_Interview_article_The_Legacy_of_Tandemocracy_Russia’s_political_elite_during_Putin’s_third_presidency_Interview_with_the_sociologist_Olga_Kryshtanovskaya


[1] El término "siloviki" (hombres del poder), hace referencia tanto a oficiales de agencias de ejercicio de poder como la antigua KGB, o el actual Servicio de Seguridad Federal (FSB) y ex oficiales que ahora ocupan puestos políticos, los cuales se han agrupado para obtener puestos administrativos y se oponen a la administración por parte de civiles (Petrov, 2005). 
 

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