Sobre el empeoramiento de las relaciones entre Japón y Corea del Sur
De cara a los juegos olímpicos de Tokio que se realizarán durante el verano de 2021, ha sobresalido la demanda de políticos y aficionados surcoreanos acerca del uso de la Bandera del Sol Naciente por parte del público local durante las competiciones (Illmer 2020). Considerada como un emblema estrechamente asociado a la época expansionista de Japón, y, por ende, a las atrocidades cometidas por las fuerzas armadas niponas durante la Guerra del Pacífico en el este asiático (1937-1945), la bandera sigue siendo enarbolada por algunos grupos japoneses conservadores como símbolo de orgullo nacional.
La controversia alrededor de dicha bandera se suma a una serie de desencuentros entre los gobiernos y las sociedades de Japón y Corea del Sur en los últimos años. Las relaciones bilaterales en meses recientes han estado marcadas por reclamos por parte de Seúl, relacionados con reparaciones de guerra a las ‘mujeres de consuelo’ (comfort women) reclutadas por el ejército japonés, en gran parte en contra de su voluntad o bajo publicidad engañosa, durante los años bélicos para ofrecer servicios sexuales y de entretenimiento a las tropas niponas. Tokio respondió a las demandas unilaterales que consideró como injustas y desproporcionadas, con una serie de aranceles sobre ciertos productos surcoreanos, especialmente de la industria tecnológica en la que ambos son competidores, que a su vez fueron respondidos con otras barreras al comercio japonés por parte de Corea del Sur (Todo 2020).
Históricamente, las relaciones coreano-japonesas han estado caracterizadas por momentos de gran tensión y reclamos mutuos. Las memorias de la época en la que la península coreana estuvo controlada bajo el regimen colonial del Imperio Japonés (1910-1945), así como de los años más difíciles de la guerra antes de la partición del país, han sido constantemente utilizadas para exaltar el nacionalismo coreano. De esa forma, desde el final de la guerra se ha ido creando la idea de que los japoneses no han demostrado un suficiente nivel de arrepentimiento y compromiso para enmendar los errores del pasado. Dichos sentimientos anti-japoneses son compartidos por las sociedades a ambos lados de la zona desmilitarizada de la península coreana.
Los ‘cuasi-aliados’ y el papel de Estados Unidos
A pesar de que el gobierno norcoreano ha llegado hasta el extremo de secuestrar, desaparecer y/o mantener como prisioneros a ciudadanos nipones desde hace más de cuatro décadas, Japón y Corea del Sur se han visto forzados a llevar una relación más cordial y a cooperar en numerosas ocasiones por el vínculo cercano que ambos mantienen con Estados Unidos. Los tratados bilaterales de defensa de Washington con Tokio y con Seúl, son parte del entramado de alianzas que sostienen la estabilidad en materia de seguridad en Asia Pacífico. Las fuerzas armadas estadounidenses aún mantienen una considerable cantidad de tropas en suelo japonés y surcoreano, justificada por las amenazas que suponen el programa nuclear de Corea del Norte, y una creciente actitud asertiva en cuestiones de reclamos marítimos por parte de la Marina del Ejército de Liberación Popular de China.
Sin embargo, en décadas recientes la literatura en relaciones internacionales ha buscado ofrecer una respuesta a las difíciles relaciones entre japoneses y surcoreanos, a pesar de encontrarse en el mismo bando de aliados de Estados Unidos en el Pacífico. En la obra Alignment Despite Antagonism, el internacionalista estadounidense de origen coreano y experto en teoría de juegos, Victor D. Cha (1999), asegura que las relaciones bilaterales entre Corea del Sur y Japón, a los que identifica como ‘cuasi-aliados’, están marcadas por la percepción que ambos tienen del nivel de compromiso que Estados Unidos mantiene hacia la estabilidad de la región. Si los líderes de ambos países consideran que la continuidad del compromiso estadounidense como garante de la seguridad regional está asegurada, entonces tenderán a resaltar las diferencias entre ellos, conduciendo a un empeoramiento de las relaciones coreano-japonesas. Sin embargo, si existe la percepción de que Washington tiene dudas sobre el sostenimiento de su compromiso, y amenaza con retirarse de la región, entonces Seúl y Tokio optarán por dejar de lado sus discrepancias y cooperar para mantener la paz en el vecindario.
A lo largo de su estudio, Cha presenta diferentes episodios que ofrecen validez a su hipótesis sobre el triángulo de seguridad conformado por Estados Unidos-Corea del Sur-Japón y la ‘cuasi-alianza’ entre los dos últimos. Considero que los acontecimientos de los meses pasados en las relaciones coreano-japonesas también pueden ser leídos bajo esa perspectiva. Luego de años en los que la administración de Barack Obama optó por un enfoque de ‘paciencia estratégica’ en lo relacionado con el programa nuclear de Pyongyang, ignorando las numerosas amenazas hechas por parte del gobierno norcoreano, dando la impresión de que el tema no era una de las prioridades en la agenda estadounidense, la administración de Donald Trump decidió cambiar de enfoque. Trump apostó por una estrategia de máxima presión sobre Kim Jong-un, combinada con un par de históricos encuentros bilaterales, pensados para incrementar los incentivos al gobierno norcoreano para abandonar su programa nuclear.
La diplomacia directa entre Trump y Kim, aunque no ha dado muestras concretas de éxito, demuestra que el gobierno de Estados Unidos está comprometido en encontrar una solución a una de las amenazas más latentes a la seguridad de Asia Pacífico. Aunque Corea del Sur y Japón no han participado directamente de las charlas, la contraparte estadounidense ha procurado mantenerlos al tanto de los progresos. Puede ser entonces que sea la percepción de que los estadounidenses están manteniendo su compromiso con la estabilidad de la región la que ha llevado a los políticos en Seúl y Tokio a exaltar sus diferencias, sin temer un abandono por parte de Washington. Evidentemente, dichas diferencias tienen también una lectura política relacionada con los desarrollos internos de cada país.
Sin embargo, el argumento de los ‘cuasi-aliados’ propuesta por Cha necesita también ser actualizado para incluir la creciente importancia de China en el mantenimiento de la estabilidad regional. A pesar de que Beijing también ha mantenido históricamente relaciones antagónicas con Tokio, y más recientemente con Seúl, éstas han visto una mejoría considerable en últimos meses a raíz de la lucha comercial entre chinos y estadounidenses. Las probabilidades de concretar e implementar el acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP) han mejorado considerablemente luego de que el gobierno chino actuó para mejorar sus lazos con sus contrapartes japonesa y surcoreana (Chan 2020). Por lo tanto, será importante ver cómo evolucionan las relaciones entre Japón y Corea del Sur, no solo considerando sus vínculos de seguridad con Estados Unidos, sino también el creciente papel de pivote en el noreste de Asia que está siendo desempeñado por China.
Referencias
Cha, Victor D. 1999. Alignment Despite Antagonism: The US-Korea-Japan Security Triangle. (Stanford, CA: Stanford University Press).
Chan, Elaine. 2020. “Asean, RCEP trade partners unlikely beneficiaries from US-China trade war, Deloitte economist says” en South China Morning Post, consultado el 20 de enero, en línea, https://www.scmp.com/economy/china-economy/article/3046371/asean-rcep-trade-partners-unlikely-beneficiaries-us-china
Illmer, Andreas. 2020. “Tokyo 2020: Why some people want the rising sun flag banned” en BBC News, consultado el 3 de enero, en línea, https://www.bbc.com/news/world-asia-50285383
Todo, Yasuyuki. 2020. “The fallout from the Japan–South Korea trade ruckus on global trade rules”, en East Asia Forum, consultado el 20 de enero, en línea, https://www.eastasiaforum.org/2020/01/20/the-fallout-from-the-japan-south-korea-trade-ruckus-on-global-trade-rules/