11 de noviembre de 2019
Separata Especial: 70 años de la República Popular China
En octubre de 2019 la República Popular de China –en adelante también “China” – cumplió 70 años de haber sido fundada. Este importante aniversario invita a la reflexión sobre el papel y la trayectoria del país asiático considerado ya la segunda economía en orden de importancia mundial, además de ser también proyectada como una potencia global en ciernes. Este estatus ha sido logrado, precisamente, por los cuidadosos planes económicos y estratégicos que el gobierno chino, a partir del Partido Comunista Chino (PCCh), ha emplazado a través de los años en el cual el proletariado, sin duda, ha desempeñado un papel fundamental.
Como en cualquier civilización, las y los trabajadores en China han tenido un lugar en la compleja dinámica social. Por ejemplo, en Las Analectas, Confucio se refirió al trabajador como[1]: “el proletario, que desea hacer su labor bien, primero debe pulir sus herramientas […].” En la literatura existe el consenso de la existencia de las “cuatro clases sociales” (士农工商 shi nong gong shang) –burguesía-letrados, campesinos, trabajadores-artesanos y mercaderes–, definidas a partir de la labor que desempeñaron (Hansson, 1996). Para comprender el desarrollo del proletariado y las condiciones laborales modernas en China, me apoyo en la contribución de Shaffer (1981) quien plantea que el desarrollo del proletariado en China inició con la llegada de la modernidad histórica , y con ello las nociones modernas de “huelga”, “sindicato”, “trabajador industrial”, etc. Específicamente hablando, la firma del Tratado de Shimonoseki, en 1895, marcó la pauta para facilitar la construcción de fábricas y empleo de mano de obra china. Esto representó una primera fase en la historia moderna del trabajo en China.
Una segunda fase se ubicó después de la firma del Tratado de Versalles que oficializó el fin de la primera Guerra Mundial. Para este punto, la labor moderna en China ya se había afianzado. Pero, además, las condiciones poco favorables para China como Estado-nación –como la cesión de los derechos de la provincia de Shandong a los japoneses– llevó a las y los trabajadores a realizar las primeras organizaciones y protestas laborales en el ámbito urbano. Fue precisamente esta coyuntura, aunado a las precarias condiciones laborales en China, lo que propició la creación del Partido Comunista Chino en 1920 en Shanghái (Ibid).
La tercera fase de la historia moderna del trabajo en China, de 1920 a 1927, se caracterizó por el ascenso de la importancia política de la organización laboral en China. Su punto culmen fue la toma de Shanghái por parte de los trabajadores, en 1927, en la coyuntura de la guerra civil, los señores de la guerra y los sentimientos antijaponeses. Lamentablemente, cuando el ejército nacionalista de Chiang Kai-Shek tomó la ciudad, destruyó despiadadamente a los movimientos masivos, campesinos y obreros (Ibid).
La cuarta fase fue de 1927 a 1937, y se caracterizó por la desintegración de los movimientos laborales y la precarización del empleo –con excepción de quienes trabajaban en fábricas extranjeras–. Esto se explica a partir de las crecientes tensiones entre el PCCh y el Partido Nacionalista, situación que desembocó en una guerra civil, aunado al inicio de las hostilidades con Japón. Esto también explica, en gran medida, el incremento de apoyo popular al PCCh en detrimento del PN, pues el primero organizaba a las y los trabajadores, e incrementaba sus derechos en las zonas de su control (Ibid).
La quinta y sexta fase de la historia moderna del trabajo en China fueron de 1937 a 1949. Estas fases tienen en común la represión y disolución de movimientos obreros masivos, así como la diferencia en la gestión del trabajo dependiendo las áreas de control político en China (algunas estaban controladas por Japón, otras por el PCCh y otras por el Partido Nacionalista). Además, la quinta fase también se caracteriza por un incremento de trabajo calificado, así como de complejos industriales, lo cual implicó la ampliación del proletariado chino. La sexta fase se caracteriza por el incremento del desempleo, y la pérdida del apoyo del proletariado al PN en favor del PCCh (Ibid).
Trabajadores y situación laboral en China , 1949-1978
En su Análisis de las clases en la sociedad china (1926) Mao Zedong reconoció al proletariado industrial como la fuerza líder en la revolución. Sin embargo, tan solo un año después, en su Reporte sobre una investigación del movimiento campesino en Hunan, Mao cambió su parecer y reconoció al campesinado como la “vanguardia de la revolución”. Esto construyó una percepción, harto conocida, de que el maoísmo fue un movimiento eminentemente campesino y rural. En el marco del inicio de la República Popular de China, tal vez lo anterior explique por qué hubo una atención distinta a los problemas del campo y a los problemas de la industria, pues mientras los primeros se caracterizaron por la repartición de tierras, los segundos se caracterizaron por un control central.
Para caracterizar la situación laboral en la República Popular de China, me apoyo en el trabajo de Howe (1973); de 1946 a 1960 dicha situación en China se distinguió por la organización a gran escala del trabajo, así como de las y de los trabajadores, con base en la colectivización del campo y la gestión centralizada de la industria. Un factor importante para impulsar el control laboral centralizado fue el control de la migración entre ciudades. Después del Gran Salto Adelante, el control central se flexibilizó para dar paso a un sistema de responsabilidad administrativa flexible en las fábricas y unidades de trabajo colectivo. Esto se explica, en parte, por el distanciamiento de los métodos soviéticos a inicios de la década de 1960. También se reinstauró el sistema de congresos de trabajadores, aunque con una importante presencia del partido.
En este punto cabe resaltar que la atención diferenciada al campo y a la industria produjo resultados distintos y problemáticos. El primer plan quinquenal (1953-1957) incrementó la producción industrial en un ritmo de cinco veces mayor a la producción agrícola, pasando a componer del 17% al 33% de la producción económica total china en el mismo periodo (Shabad, 1955). Es probable que este ímpetu quiso ser aprovechado por Mao para alcanzar metas de productividad industrial de las potencias de la época, llevándose a cabo el “Gran Salto Adelante”, mismo que llevó a abandonar la productividad agrícola para centrarse en la industria pesada con costos humanos altísimos, pues se estima que cerca de 23 millones de personas perecieron por hambruna (Peng, 1987).
De 1961 a 1966 la producción industrial descendió, pero se incrementó el trabajo temporal, la congelación de salarios y el fortalecimiento el sistema de estímulos y recompensas para la productividad. De 1966 a 1976-1978 hubo un proceso caracterizado por el choque en la organización del trabajo, lo cual a su vez fue eco del choque entre moderados y radicales en el seno del poder político en China. Por un lado, los moderados pugnaron por un “libre mercado laboral” que ya se estaba ejerciendo en la Unión Soviética, y el mantenimiento de la dicotomía ciudad/campo. Por otro lado, los radicales optaron por continuar la política de “asignación laboral” y diluir la distinción entre campo y ciudad (Howe, 1973).
Después del Gran Salto Adelante, el control central se flexibilizó para dar paso a un sistema de responsabilidad administrativa flexible en las fábricas y unidades de trabajo colectivo. Esto se explica, en parte, por el distanciamiento de los métodos soviéticos a inicios de la década de 1960. También se reinstauró el sistema de congresos de trabajadores, aunque con una importante presencia del partido.
El capitalismo comunista, 1978 a la actualidad
Las Cuatro Modernizaciones (四个现代化 sige xiandaihua) (1977) supusieron, también, un cambio radical en la dinámica laboral en China. Se podría decir que los moderados se impusieron al final –aunque, en realidad, el fallecimiento de Mao facilitó este proceso–, pues impulsaron la descolectivización del campo y la individualización de la productividad agrícola, relajaron las políticas migratorias, y permitieron cierta libertad en el mercado laboral, aunque no así en las empresas estatales (Chan, 2019). Cabe destacar que en 1975 el “derecho a huelga” fue oficialmente incorporado a la constitución china, y la “libertad de huelga” (1978).
A pesar de las modernizaciones, las condiciones de la clase trabajadora en China no mejoraron en una década. Gran parte de esto se explica por la corrupción burocrática y la inflación. Por ello, y aprovechando el movimiento estudiantil de 1989, los trabajadores hicieron un llamado por la asociación libre y se organizaron en sindicatos independientes. Si bien el gobierno chino estableció mecanismos para garantizar los derechos básicos laborales, la acelerada dinámica de la llamada “Reforma y Apertura” (改革开放 gaige kaifang) incrementó las contradicciones entre la liberalización económica y los derechos laborales (Chan, 2019). Para este punto, en la constitución de 1982 la “libertad de huelga” ya se había eliminado. Debido a lo anterior, en 1993 el gobierno chino promulgó el “Reglamento para el manejo de disputas laborales en empresas”, con lo cual se fortalecieron las medidas para resolución de las contradicciones laborales.
Las privatizaciones y la reducción del sector público provocaron grandes despidos de personal, mismos que no pudieron ser reabsorbidos a pesar de la rápida dinámica de la economía china. A esto se sumó el cada vez mayor número de jubilados que exigía pensiones. En el sector industrial no público la situación no era mejor, pues dicho sector se apoyaba de la llamada “población flotante”, misma que no disfrutaba de la seguridad social de la población urbana. Esto causó numerosos problemas sociales, que han ido desde despidos injustificados, accidentes laborales, suicidios, etc. (Chan, 2019)
De 2000 a 2012 las disputas laborales registradas por el gobierno chino se incrementaron 17% en promedio anual, mientras las disputas laborales colectivas se han incrementado casi 4% en el mismo periodo. Cabe destacar que, después de 2012, la narrativa de las fuentes cambió, pues solo se registraron número de disputas laborales arbitradas. Por ejemplo, en el periodo 2013-2017 se han incrementado casi 3% en promedio anual. Esto quiere decir que, a pesar del arbitraje de las instancias chinas para ello, las disputas laborales tienden a aumentar dramáticamente, pues, al menos de 2000 a 2012, las fuentes no son claras sobre si hubo arbitraje para solucionar las disputas (Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social de la República Popular de China, 2019),
De mayo a octubre de 2018 se suscitó un conflicto laboral en Shenzhen que involucró la participación de estudiantes, miembros del PCCh, cuadros retirados y participantes del Utopia, un foro web maoísta, ello a convocatoria de Yue Xin, líder estudiantil feminista y marxista. Un año después, en mayo de 2019, este conflicto emitió un eco en el video de Qiu Zhanxuan, líder estudiantil de una asociación marxista que también apoyó a las y los trabajadores en el conflicto laboral en Shenzhen (Shih, 2019; Rui y Lau, 2018). En opinión de observadores del país asiático, estos casos son sintomáticos del surgimiento de numerosos movimientos estudiantiles y laborales debido a las condiciones de trabajo cada vez más difíciles en la República Popular de China, mismas que han permitido la persistencia de prácticas como la “reforma por medio del trabajo” (劳动改造 laodong gaizao) o la “re-educación por medio del trabajo” (勞動教養 laodong jiaoyang), usados sobre todo en Xinjiang (Zenz, 2019), y supuestamente ilegales.
En palabras de Blanchette (2019), el “retorno del radicalismo” marxista y maoísta parece caracterizar el resultado de 70 años de trayectoria de las condiciones laborales y la situación de las y los trabajadores en China, misma que podemos definir como esencialmente capitalista. El partido comunista ha limitado la proliferación del mencionado radicalismo en aras de mantener el control político del país. Si bien el bienestar económico general de la población china ha mejorado en las últimas décadas, la dinámica capitalista global del siglo XXI ha dificultado mejorar todavía más, por lo que China deberá resolver las “contradicciones en el seno del pueblo laboral” –parafraseando a Mao–, no por principios ideológicos, sino por principios humanos, pues las condiciones laborales se han deteriorado sobremanera.
En suma, la trayectoria histórica de las y los trabajadores en China está marcada por altibajos en materia de sus condiciones y derechos laborales. Primero, por el problema de los conflictos característicos de China de la primera mitad del siglo XX, después por las tensiones surgidas entre radicales y moderados en el seno del partido comunista, para finalmente quedar sometidos a la lógica del capitalismo global. Lo paradójico en esta trayectoria es la interacción entre un partido autodenominado comunista y el sector laboral chino, pues como demuestran las últimas protestas laborales en China, el PCCh prefiere mantener el control político en detrimento de mejorar las condiciones laborales.
Referencias
Blanchette, J. (2019). China’s New Red Guards. The Return of Radicalism and the Rebirth of Mao Zedong. Nueva York: Oxford University Press.
Chan, J. (2019). State and labor in China, 1978–2018. Journal of Labor and Society, 22(2), 461-475.
Hansson, A. (1996). Chinese Outcasts: Discrimination and Emancipation in Late Imperial China. Leiden y Nueva York: E. J. Brill.
Howe, C. (1973). Labour organization and incentives in industry, before and after the Cultural Revolution. En Scharm, S. (ed.). Authority, Participation, and Cultural Change in China (233-256). Cambridge: Cambridge University Press.
Kuo L. (2018, 24 de agosto). 50 students activists missing in China after police raid. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/world/2018/aug/24/50-student-activists-missing-in-china-after-police-raid.
Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social de la República Popular de China (2019). Recuperado de: http://www.mohrss.gov.cn/SYrlzyhshbzb/zwgk/szrs/ndtjsj/index.html.
Peng, X. (1987). Demographic consequences of the Great Leap Forward in China’s provinces. Population and Development Review, 13(4), 639-670.
Rui G., y Lau M. (2018, 11 de octubre). Fears for Young Marxist activist missing after police raid in China. South China Morning Post. Recuperado de: https://www.scmp.com/news/china/politics/article/2167955/fears-young-marxist-activist-missing-after-police-raid-china.
Schottenhammer, A. (2003). Slaves and forms of slavery in late imperial China (Seventeenth to Early Twentieth Centuries). Slavery and abolition, 24(2), 143-154.
Shaffer, L. (1981). Modern Chinese Labor History, 1895-1949. International Labor and Working-Class History, 20, 31-37.
Shih, G. (2019, 25 de mayo). ‘If I disappear’: Chinese students make farewell messages amid crackdowns over labor activism. The Washington Post. Recuperado de: https://www.washingtonpost.com/world/asia_pacific/if-i-disappear-chinese-students-make-farewell-messages-amid-crackdowns-over-labor-activism-/2019/05/25/6fc949c0-727d-11e9-9331-30bc5836f48e_story.html?noredirect=on.
Zenz, A. (2019). ‘Thoroughly reforming them towards a healthy heart attitude’: China’s political re-education campaign in Xinjiang. Central Asian Survey, 38(1), 102-128.
[1] De igual modo, recientemente se han publicado investigaciones sobre la esclavitud y el trabajo forzado en China antigua (Shottenhammer, 2003), aunque su conocimiento aún falta ser develado.